12/06/2009

LA PRINCESA Y EL SAPO

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Los analistas cinematográficos más chabacanos no dejan de comentar que la Tiana, la princesa de la más reciente aventura animada “La Princesa y el Sapo” (“The Princess and the Frog” Clements-Musker/ EUA 2009) es negra porque actualmente en los Estados Unidos, lo políticamente correcto es que todo sea afroamericano, incluido el presidente. Los estudios Disney, productores de la cinta, se rasgan las vestiduras negando tan desproporcionada afirmación y la realidad, terca y contradictoria que es, también tunde las bases de dicho argumento, anunciando que la popularidad de Barack Obama ha caído en más del 50 por ciento desde que empezó su mandato hace 11 meses. Susan Sarandon, una de las actrices más democráticas y combativas del arcoíris ideológico hollywoodiano, de plano declaró en las entrevistas promocionales de la película “Los Huesos Amorosos” (“The Lovely Bones” – Jaclson EUA/GB/NZ 2009), donde por cierto el director de la trilogía de “El Señor de los Anillos” pierde el rumbo de fea manera, de acuerdo con la crítica estadounidense, que está harto decepcionada con la actitud demostrada por su presidente ante la invasión a Afganistán. Mientras tirios y troyanos deshojan la insulsa margarita racial y de la geopolítica, Disney nos asesta un certero producto retro que de manera premeditada muestra unos trazos burdos tratando, en estos tumultuarios tiempos del perfecto dibujo cibernético y digital, de regresar a la animación tradicional, o sea a la segunda dimensión, al dibujo a mano sobre celdas, que había abandonado desde el año 2004 con la fallida y desgarbada “Vacas Vaqueras” (“Home on the Range” Finn-Sanford EUA/2004). En ”La Princesa y el Sapo” se usó lápiz sobre papel, que después fue escaneado o digitalizado en la computadora. Una vez que se supera la trabazón psicológica de adaptarse a los trazos “antiguos” se entra de lleno en una riquísima y bien lograda fuente de influjos culturales que van desde las caleidoscópicas coreografías post-crack del 29 de Busby Berkeley, el de las “Chicas de Ziegfeld” (“Ziegfeld Girl” Berkeley –Leonard EUA 1941), hasta el rendido homenaje a los musicales de Broadway actuales, innegables los guiños con “Rent” (“Rent” Columbus EUA/2005) pasando por el nacimiento del jazz, el Ragtime y los “vapores de paleta” que surcaron el Mississippi en “Cita en San Louis” (“Meet me in St. Louis” Minelli- EUA 1941) todo ello responsabilidad de Randy Newman. La película está muy lejanamente basada en “La Princesa Rana” obra escrita en el 2002 por la señora E.D. Baker, divorciada, madre de 3 hijos y habitante de Búfalo, Nueva York quien se dio a la tarea de darle corporiedad y especular en torno a la ya sobada leyenda del sapo que se convirte en humano si lo besa una princesa… negra. La acción se sitúa en el Barrio Francés de la ciudad de Nueva Orleans durante el mandato del presidente Woodrow Wilson quien fue el 28 presidente de los Estados Unidos de 1913 a 1921. En tiempos de la Primera Guerra Mundial llega a Bourbon Street el baquetón príncipe Naveen de Maldonia como invitado del Mardi Gras. Un brujo ojete, fanático del Vodoo, el Doctor Facilier, lo convierte en sapo, recurriendo a una constante temática de la que Disney ha hecho uso y abuso en el 95 por ciento de sus películas: la antropomorfización de cientos de animales. Para romper el hechizo, Naveen le pide a Tiana que lo bese, pero en lugar de regresar a su condición de humano el príncipe baboso/mocoso y bailarín convierte a la soñadora afroamericana en rana y tendrán que recorrer todo el Bayou para terminar enamorándose como es lógico y ella fundando su ansiado restaurante con menú cajun,, creole y Jambalayo. Lúcidos y soprendentes son los momentos en que hay una marcha de luciérnagas, la danza en casa de la hechicera buena Mamá Odie que entre botellas multicolores y apoyada por un coro de flamingos les expresa su apoyo a la diferencia, la secuencia en la que el embaucador brujo vodoo hechiza al príncipe y el hallazgo del lagarto trompetista en un homenaje tácito a Louis Armstrong . Todo políticamente correcto es y pese a ello la película convence y por “un pelote de rana calva” se libra de ser una babosa y fallida película Disneyana filmada por los mismos responsables de "La Sirenita" y "Aladino".

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